SAN JUAN BAUTISTA, ORACIÓN QUE RESUELVE PROBLEMAS URGENTES


San Ambrosio ha dicho que San Juan Bautista es más aventajado que todos; que sobrepuja a los profetas, excede a los patriarcas, y que cualquiera que nació de mujer es menor que Juan.
Dios le escogió para Precursor del Mesías, esto es, para ir delante de Jesús anunciando y predicando la doctrina del Evangelio. 

 
Para prepararse a tan santo oficio, siendo niño de tierna edad, hijo de padres nobles y ricos, abandonó su casa y familia, y se retiró a un áspero desierto, viviendo solo en compañía de las fieras, vestidos sus delicados miembros de pieles no curtidas, comiendo miel silvestre y amarga que se criaba en el campo y algunas asquerosas langostas, de las que destruyen los sembrados; durmiendo en el suelo, y macerando su castísimo cuerpo con terribles penitencias.
Por este sistema de vida, San Gregorio Nacianceno le llama ermitaño, y San Jerónimo, San Crisóstomo y San Bernardo le denominan capitán, maestro y guía de los monjes, porque fue dechado y modelo de todos ellos.


Los judíos creyeron que era el Mesías y le enviaron una embajada para preguntárselo; mas él contestó humildemente que no era sino la voz de Cristo, que venía a predicarles que siguieran el camino del Señor, como mucho antes Isaías lo había profetizado.


Así como Cristo fue el Verbo de Dios, San Juan era el Verbo o la palabra de Cristo, diferenciándose, sin embargo, entre otras cosas, en que Jesús era el Verbo eterno, y San Juan el Verbo nacido, temporal y perecedero.

Por eso decía a cuantos le escuchaban:

- Después de mi vendrá el que fue antes de mi.
Los demás profetas habían dicho:
- Vendrá, vendrá.
Pero Juan dijo:

- Ya ha venido; y, señalándole con el dedo, añadió, Este es el Cordero de Dios; este es el que quita los pecados del mundo.

Le preguntaban las gentes:
- ¿Qué haremos?
Y les respondía:
- El que tiene dos vestidos, dé al que no tiene ninguno; y el que tiene que comer, haga lo mismo.

Y a los publícanos o recaudadores de los tributos, les decía:
- No exijáis más de aquello que os está ordenado.

Y a los soldados:
- No maltratéis a nadie, ni le calumniéis, y contentaos con vuestro sueldo. 

 
Muchos creían que Juan era el Cristo; mas él, para desengañarles, les decía con frecuencia:
- Yo en verdad os bautizo en agua; mas vendrá otro más poderoso que yo, de quién no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: él os bautizará en Espíritu Santo y en  fuego; esto es,—añaden los sagrados expositores— en el fuego del amor de Dios, en el fuego de la caridad y en el espíritu de la Ley verdadera.

El pueblecito de San Juan de la Montaña o San Juan del Desierto, en Palestina, conserva todavía, a cuatro kilómetros al Oeste, la cueva en que el Bautista se retiró a vivir en el desierto; en el fondo, han erigido un altar con planchas de mármol, sobre el banco de roca que, según la tradición, sirvió de lecho al Precursor.
Cerca de este sitio existe el profundo barranco del Terebinto; y, a pocos pasos de la cueva, una fuente cristalina brota de entre las rocas, dejando una verde cinta de hierba hasta perder sus aguas en el valle.

¡Santos y poéticos recuerdos del Bautista, conservados, por la naturaleza, a través de los siglos! 

ORACIÓN 

Glorioso san Juan Bautista 
sagrado precursor de Cristo, 
que santificado en el vientre de santa Isabel, 
fuiste la admiración del mundo 
en el ejercicio de las virtudes y en los privilegios 
con que te enriqueció Dios. 

Criatura angélica en la castidad,
 apóstol en el celo y predicación,
 y mártir en la constancia, con la cual,
 por reprender al incestuoso Herodes,
 ofrecisteis sin dudar la cabeza al verdugo. 

San Juan Bautista,
tú que fuiste dotado por el Cielo
con destacados poderes
y elegido para ser profeta insigne
 del que llegó a decir el mismo Cristo:

"Entre los nacidos de las mujeres
 ninguno mayor que Juan Bautista";
suplica al Señor que me ayude,
que me conceda la gracia
 y el auxilio que urgente preciso
 en este momento de gran dificultad:

(hacer con mucha devoción la petición)

Glorioso san Juan Bautista,
pídele asimismo que:
por tu penitencia me haga mortificado,
por tu soledad, recogido,
por tu silencio, callado,
casto por tu virginidad,
espiritual por tu contemplación,
e invencible a mis pasiones.

 Y por la victoria que alcanzaste
 sobre tus indignos enemigos,
solicítale que me conceda el beneficio
de poder someter y derrotar a los míos
para poder vivir en armonía
y alcanzar la gloria eterna
que Jesús promete
a los que perseveran hasta el fin;
 y para que bajo su protección y la tuya,
pueda llegar hasta Él,
 fuente de perpetua felicidad.

Amén. +

Rezar el Credos, tres Padrenuestros,
tres Avemarías y tres Glorias.

Repetir la oración y los rezos
durante siete días consecutivos.




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