JESÚS Y LOS NIÑOS. ORACIÓN PARA QUIENES TIENEN HIJOS REBELDES Y CON PROBLEMAS


Glorioso Jesús mío,
Hijo de Dios verdadero,
que estas lleno de bondad y misericordia:

Tú, que siempre procuraste
el bien de todos los niños,
y deseaste que acudieran ante tu presencia,
por ese amor que te unió a ellos en esta tierra,
te suplicamos que continúes guardándolos
siempre con ternura desde las Alturas Celestiales. 

 
Padre y Dueño de todas las misericordias,
infunde en educadores, maestros y cuidadores,
y sobre todo en nosotros, los padres,
el mismo espíritu de prudencia,
caridad y constancia que, en tu inmensa bondad,
tu mantuviste para con ellos. 

Haz que todos los niños y jóvenes
tengan un corazón afectuoso, dócil y obediente,
especialmente mi hijo (o hijos)...
(decir los nombres)
a quien pongo en tus milagrosas manos
para que dulcifiques su carácter,
erradiques su rebeldía
y protejas de vicios y malas compañías.

Que sea fortalecido
en el santo Amor de Dios,
única fuente de felicidad eterna y temporal;
y que descubra las insidias que le tienden,
y venza los peligros que le amenazan.

Procura que reciba buenos estudios,
y una buena educación,
para que así haga frente a su futuro
con posibilidades y los caminos abiertos.

Te pido también por nuestros jóvenes,
que sean alejados de caer en vicios y dependencias,
de malas compañías, violencia y corrupción,
que sean protegidos desde el Cielo
en el duro camino de la vida que tienen por delante,
y que puedan hacer frente con valentía
a las dificultades, problemas y obstáculos
que encuentren en su camino.

Oh buen Jesús, da a nuestros hijos fuerzas,
el vigor necesario, salud, entereza y sabiduría,
y una espiritualidad comprometida con Dios,
para que tengan horizontes y un futuro
pleno de oportunidades, prosperidad y progreso,
y después de haber edificado la patria terrenal
con el ejemplo de sus costumbres,
pasarán felizmente a gozar de la gloria celestial.

Así sea.

Especificar lo que se quiere conseguir.
Rezar tres Padrenuestros,
tres Avemarías y tres Glorias.
 La oración y los rezos se hacen tres días seguidos. 

 
Los niños fueron siempre objeto de amorosa predilección para el Salvador, 
en lo cual demostró la sublime ternura de su espíritu.

Bueno será, sin embargo, advertir que Jesús amaba la niñez en sí misma, por lo que generalmente tiene de atractiva y candorosa; pero que, en los niños, simbolizaba también a las personas adultas, sencillas y puras como la misma niñez, cuyas conciencias no se hallan manchadas por la torpeza del pecado.
Así lo manifestó bien claramente en diversos pasajes de su inmortal Evangelio, aludiendo a los estragos producidos por el escándalo, piedra en que tropiezan los inocentes de todas las edades.

— Imposible es —decía— que no vengan escándalos:
— ¡Más ay de aquél por quien vienen!

— «Más le valdría que le pusiesen al cuello una piedra de molino y le lanzasen al mar, que escandalizar a uno de estos pequeñuelos.»

Le preguntaron los discípulos a Jesús quién sería el mayor en el reino de los cielos; y, llamando a un niño, le colocó en medio de ellos, diciendo:
— «En verdad os digo que si no os volviereis e hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos; cualquiera — añadió — que se humillare como este niño, será el mayor en el reino de los cielos. Y el que recibiere a un niño tal en mi nombre, a mí recibe.»

— ¡Ay del mundo por los escándalos! —repetía constantemente,—  ¡Y ay del hombre por quien venga el escándalo!
Del alto y singular aprecio que a Jesús merecía la niñez inocente, dan claro testimonio sus elocuentes palabras:

- «Mirad que no tengáis en poco a uno de estos pequeñitos; porque de cierto os digo que sus ángeles siempre ven la cara de mi Padre, que está en los cielos.»

Sublimes expresiones con las cuales daba a entender que el Ángel de la Guarda de cada niño al mismo tiempo que está velando sobre él, asiste ante el trono de Dios, con misión darle razón de los escándalos que se den a su protegido y a pedir venganza de ellos.

 Así se comprende perfectamente que muchos padres llevaran sus niños a Jesús para que les impusiese sus santísimas manos; y tantos y en tan crecido número debían acudir con este objeto, que los discípulos del Salvador los separaban y los reñían, para que no le molestasen.

Mas Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
— «Dejad que vengan a mí los niños, y no lo impidáis; porque de ellos es el reino de Dios.»

De los niños, y de los que obran y proceden como niños en la pureza y sencillez de las costumbres.

No de los niños corrompidos por el escándalo, ni de los mayores que menosprecian la Ley de Dios y sus santas enseñanzas.

Seamos, pues, todos niños en la sencillez del corazón, procurando conservar, durante toda la vida, la inocencia de los primeros años.

Y así gozaremos paz en la tierra, y perdurable gloria en el cielo.


0 comentarios:

Publicar un comentario

SÍGUEME EN FACEBOOK