MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES


Refiere el Evangelista San Lucas que Jesús con sus Apóstoles se retiró a un lugar desierto, en el territorio de Bethsaida, adonde le siguieron las gentes ávidas de escuchar su santa doctrina, a las cuales hablaba del reino de Dios, al mismo tiempo que sanaba a los enfermos. 

 
El sol comenzaba a declinar detrás de los montes galileos, y aquellas turbas de hombres, mujeres y niños no habían comido en todo el día.


Y en aquel apurado trance, los Apóstoles propusieron a Jesús que despidiera a aquellas gentes, para que fuesen  bascar albergue y alimento en las aldeas y granjas de la comarca, como único remedio contra el frío de la noche y el hambre inevitable.

Mas el Divino Maestro ordenó que los Apóstoles diesen de comer a la muchedumbre, compuesta de unos cinco mil hombres, sin contar los niños y las mujeres.

—¿Cómo hemos de darles, Señor, si no tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos a comprar viandas en los pueblos inmediatos?

—Hacedlos sentar por grupos de cincuenta en cincuenta, respondió Jesús. 

 
Y, después que estuvieron sentados, tomando en sus manos los panes y los peces, alzó sus ojos al cielo, bendijo aquellos alimentos, los partió en pedazos, que entregó a sus discípulos para que los distribuyesen, y resultó, por un milagro de su Omnipotencia, no sólo que todos los circunstantes comieron hasta saciarse, sino que, con los pedazos que sobraron, se llenaron doce canastos.

Porque, si extraordinario, como todos los suyos, fue el milagro de Jesús, no menos señaladas y prudentes fueron las palabras del Salvador:

— «Recoged los pedazos que han sobrado, que no se pierdan.»

Enseñanza tan divina como humana contra el despilfarro y la disipación.

La memoria del milagro, aun hoy mismo, se conserva viva entre los naturales de aquel país.

Los árabes llaman al lugar Khams-Khobzat (los cinco panes), y los cristianos, Pane-e pesce.

El monte teatro de este suceso, se alza en los confines del llano de Hittin, y el punto inmediato a la cumbre en que se cree estuvieron sentados Jesús y los Apóstoles, lleva el nombre de Mesa del Señor.

Las grandes piedras de basalto que se suponen enviadas allí por disposición de Santa Helena, tal vez para la construcción de una iglesia, son designadas con la denominación de Los doce tronos; en la del centro, manos de peregrinos desconocidos han grabado varias cruces. A este sitio, lo mismo que al Monte de las Bienaventuranzas, van cada año, en peregrinación, los Padres Franciscanos de Nazaret; y Santa Paula visitó estos lugares, siempre venerados y frecuentados desde los primeros siglos del Cristianismo.

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