ROSA DE LIMA, POEMA


(Fragmentos del poema de Luis Fernán Cisneros,
dedicado a Santa Rosa en su III Centenario.)
Hace cuatrocientos años que el jardín florecía y lleno de perfumes, florece todavía...
Hace cuatrocientos años, al caer de la noche, cuando limpios luceros desataban el broche y a probar su fortuna descendía el Ensueño, con su traje de luna adormido en un vuelo de blancas mariposas, el jardín daba rosas. 

 
Y así, leve sus galas, bajo la suave lumbre y el batir de las alas humilde entre los muros, perfumado y tranquilo el jardín era asilo de un rumor de sandalias en piadoso desvelo y de tenues suspiros y de voces de cielo.


En el jardín la sombra, doliente y solitaria responde en un ansioso murmullo de plegarias... que con suaves delirios acompasan las rosas, y en un trémulo enjambre, las blancas mariposas.


-¿Qué quieres, blanca sombra, errante en tu retiro?

La sombra estremecida responde en un suspiro...
-¿A quién, a quién consagras la luz que arde en un vaso? ¿Dónde vas paso a paso, mirando las estrellas como si les pidieras ir a morir con ellas...? ¿Es acaso que esperas a tu Amado y no viene?
La sombra se detiene cual si quedara presa en el haz de la luna que la envuelve y la besa y una voz en suspiro temblorosa musita:
-"Aquí espero una cita"...
-Pero Amor, blanca sombra, es placer y es aliento.
-"Mi Amado es mi tormento."
-¿Y su Amor, a curarte tus torturas no alcanza?
-"Mi Amor es mi esperanza."
-¿Sueñas Amor eterno, sueñas Amor profundo?
-"Mi Amor no es de este mundo."
-¿Entonces, blanca sombra, no viene tu trovero?
-"Vendrá porque lo espero."
-¿Y por Amado ausente, pasión tan sobrehumana? 


-"Vendrá, vendrá mañana"...
-No viene, blanca sombra.
-"Vendrá, no desconfío, y dándole la vida, la muerte lo hará mío."
Y al eco de estas bellas palabras amorosas en el jardín lunado, palpitaban las rosas...

¡Oh, si tu en este instante me escuchas anhelante y si tu alma al conjuro de mis versos me mira yo, con un tembloroso diapasón de mi lira fingiéndome mi anhelo que en el jardín del cielo se abre una inmensa rosa de tímida blancura, yo te pido ventura, yo ventura reclamo, en ti los ojos fijos no para mí, Señora, sino para mis hijos!

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