EL SANTO CURA DE ARS, EL SANTO HÉROE SILENCIOSO Y SU ORACIÓN



Todos hemos soñado, alguna vez, con ser héroes. Pero el heroísmo que nos atrae es aquel que es visto y admirado por los demás, el que nos da prestigio y superioridad a los ojos de todos. Por eso, los héroes mas imitados son aquellos que se conocen mejor, como los falsos héroes del cine, por ejemplo. 
¡Que cantidad de niños y jóvenes han idealizado a los superhéroes, a los vaqueros legendarios del Oeste norteamericano, a los guardianes de la ley!

 
Esto es explicable. Se razona en el sentido de que la única recompense que espera el "bueno" generoso, es la gloria, la gratitud y el aplauso. Sin embargo, aun esta ambición de ser bueno y generoso, de imitar a los héroes de la literatura, no es muy desinteresada que digamos.
En primer lugar, ese tipo de heroicidad satisface el afán de aventuras y renombre que todos llevamos dentro, pero con la condición de que el valor y la destreza puestos en una hazaña sea premiados, ya sea por la gratitud, la admiración... o el regalo material. Resulta, pues, que ya no es una plena generosidad, sino una inversión en espera de su recompensa.
Otros ideales de heroísmo son más altos: el del héroe patriota que esta dispuesto a entregar su vida en defensa de su nación amada. Pero sucede que en esta ambición hay un interés mas o menos inmediato: el de defender lo propio, que significa nuestra devoción. Legitimo y noble interés, no cabe duda, pero interés al fin.
En cambio, hay un tercer heroísmo, tal vez el mayor de todos: el heroísmo silencioso del que todo lo da sin esperar nada de como se le recompense en este mundo. Este heroísmo es el de los santos y, particularmente, el de cierto tipo de santos.
Juan Bautista Vianney, "El Cura de Ars", practicó hasta el final de sus días el bien en una aldea, con la solo mira de realizar un apostolado entre sus semejantes, esforzándose par librarlos de las redes del vicio, del pecado y del error.
Sus actividades sorprendentes fueron predicar con el ejemplo, perdonar las injurias, vencer las rebeldías, desvanecer las calumnias y amar al prójimo como a si mismo.
"El Cura de Ars" fue pródigo en estas poco usuales virtudes. 

 
La historia de Juan Bautista Vianney nos muestra cuanta dosis de verdadero heroísmo necesita un apóstol del espíritu para lograr sus fines.
Lo vemos llegar a la pequeña aldea de Ars y ganarse primero la antipatía de los hombres, pues el les señalaba sus maldades y errores.
Al principio, la burla y el vacío fueron los escudos que levantaron contra su campana de honestidad, creyendo que así anulaban sus armas resplandecientes, que eran el bien y la verdad. Pero estas armas, en las manos de un santo, son como las espadas del mejor acero en las manos de los mayores esgrimistas, invencibles.
Y al cabo de algún tiempo, aquellos que se defendían con la calumnia, la burla o la indiferencia, terminaron por caer vencidos.
El amor y la caridad, como el acero mejor templado, asestaron sus estocadas definitivas, y triunfaron. Y en Ars, que antes era una aldea desordenada y revuelta, los habitantes forma ron una comunidad que practicaba el amor en torno a su pastor espiritual.

ORACIÓN
San Juan María Bautista Vianney,
santo cura de Ars, 

tu naciste de una madre profundamente religiosa;

de ella recibiste la santa Fe,
aprendiendo a amar a Dios y a rezar.
Ya a temprana edad se te pudo ver
arrodillado delante de una estatua de María.
Tu alma fue arrebatada de forma sobrenatural
hacia las cosas más elevadas.
A pesar del alto coste respondiste a tu vocación.

Contra muchos obstáculos y contradicciones
tuviste que luchar y sufrir para llegar a ser
el perfecto cura que fuiste.
Pero tu espíritu de profunda fe
te sostuvo en todas estas batallas.
Oh gran santo,
tu conoces el deseo de mi alma.
Quisiera servir a Dios mejor.
De El he recibido muchas buenas cosas.
Por esto, obtén para mi más valor
y especialmente una profunda fe.

Muchos de mis pensamientos,
palabras y acciones son inútiles
para mi santificación y mi salvación
porque ese espíritu sobrenatural no impulsa mi vida.
 Ayúdame a ser mejor en el futuro.

Santo Cura de Ars,
tengo confianza en tu intercesión.
Ruega por ante Dios y especialmente
por la solución para el problema que me aflige:
 (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).
Amén.
Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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