SAN CRISTOBAL, LA HISTORIA DE UN COLOSO Y SU ORACIÓN


Los "taxis" y coches particulares, los autobuses y otros medios de locomoción mecánica, suelen llevar la figura de un hombre musculoso y simpático, con un niño en los hombros y apoyado en su bastón. Todos saben que se trata de la imagen de San Cristóbal, patrón de los trabajadores del volante, que un día, según rezan las historias piadosas, hizo pasar al Niño Jesús por las aguas del caudaloso río Janto. 

 
Iba el santo con el Divino Infante en sus hombros y le pesaba tanto aquella carga, que verdaderamente no podía dar un paso. No era para menos pues, sin sospecharlo, llevaba consigo a Aquél que sostiene al mundo entero.
Por este motivo, San Cristóbal es el patrón de los chóferes.
La leyenda de este santo se resume en la etimología de su nombre: le decían "Bal", que quiere decir, en una traducción libre, "el que transporta o lleva algo consigo". Pero el Niño Jesús le dijo, después de llegar a la otra orilla del río, que en adelante se llamaría CRISTO-BAL, o sea Cristóbal, pues lo había llevado en sus hombros.
Cristóbal, cuando era joven, no tenía costumbres muy piadosas o buenas que digamos; era un pagano, un libertino que hoy estaba aquí y mañana allá, anhelando por todas partes la felicidad de que carecía. Le gustaban mucho las diversiones, pero pronto se aburría de ellas, preocupado por su falta de reposo, y sobre todo, de conciencia.
Su deseo era servir a un hombre más fuerte que él, lo cual era ciertamente muy difícil, pues tenía la estatura de un verdadero gigante y tanto, que las personas comunes y corrientes le llegaban, a lo sumo, a la mitad del cuerpo. Además, con una sola mano podía dar tales golpes, que en una ocasión, furioso porque no le servían pronto en un hostal, dio tal puñetazo sobre la mesa de mármol, que la hizo añicos.

Después de este episodio debió acontecer su encuentro con el mismo Jesús, quien, como hemos dicho, se le apareció en figura de un tierno niño a la orilla del río Janto, que tenía un caudal de aguas peligrosísimas y profundas. ¿Quién se atrevía a pasar ese río? ¡Nadie! Pero Cristóbal se quedó en sus márgenes, decidido a pasar al otro lado a cuanta persona lo necesitara, sin cobrar ni una moneda y feliz de ser útil a sus semejantes. 


Fue, pues, algo así como un "puente humano" sobre cuyos hombros se posó un día la luz, personificada en la figura del Niño. 

 
Después de transportar al Infante, Cristóbal se bautizó y comenzó a recorrer mundo, pero ya sin aquel desasosiego que le afligía tanto, ya que había encontrado la paz que tanto anhelaba.
Antes había tenido encuentros con los luchadores más famosos del Oriente, a quienes venció en singulares combates. Antes había entrado en las posadas y provocado escándalos. Antes, pero no después de su aventura con el Niño.
Debe haber sido muy impresionante ver a aquel hombre corpulento, casi como un árbol, andando con la serenidad que sólo tienen los justos. Después de haber sido soldado, peleador y altanero, se convirtió al cristianismo en tiempos del emperador romano Filipo y murió asaeteado cuando el mundo antiguo era gobernado por el emperador, también romano, Decio.
Según las crónicas de los mozárabes, con Cristóbal perecieron diez mil cristianos a quienes había condenado Decio. He aquí, pues, la historia de un hombre que tuvo la perseverancia de una hormiga y la fuerza de un elefante.
La Iglesia conmemora su día el 25 de julio de cada año.
San Cristóbal es santo patrono de los conductores y a el se le invoca para tener un feliz viaje y mejor destino, estando protegidos durante el trayecto.
ORACIÓN

Glorioso San Cristóbal,
al veros se nos figura
que sois grande ante el Señor.

Grandeza fue haceros puente
de aquel gran río sin vado,
y atravesarlo cargado
de la peregrina gente.

Con el agua a la cintura
de hombres es gran pescador.

Grandeza ha sido también
de un esfuerzo soberano
llevar sobre vos a quien
llevaba el mundo en la mano,
siendo vos silla segura,
y trono del Salvador.

Grande fue vuestra presencia,
grandes vuestros sentimientos,
grande vuestra penitencia,
y grandes vuestros tormentos.

Grande vuestra alma purpúrea,
grande la gloria y favor.

Sed hoy también puente,
entre los devotos que os invocamos,
y Dios Nuestro Señor,
para que por vuestra intercesión,
nos sea concedida la petición,
que con fe y fervor os hacemos,
por ser causa necesaria y urgente
para el alivio de las penas que nos afligen:

(Hacer la petición)

Conceded también, a los que os invocan,
glorioso mártir San Cristóbal,
que sean preservados de peste,
epidemia y temblores de tierra,
del rayo y la tempestad,
de incendios e inundaciones.

Protegednos con vuestra intercesión
durante la vida,
en las calamidades que la providencia
tenga dispuestas,
y, en la muerte librádnos,
de la eterna condenación,
asistiendo Vos a nuestra ultima hora
para poder alcanzar
la eterna bienaventuranza.

Amén.

Rezar tres Padrenuestros y tres Glorias.


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