VIRGEN DE GUADALUPE, SU MAS BELLA ORACIÓN PARA CONSEGUIR UN MILAGRO Y EL RELATO DE ALGUNOS DE ELLOS


ORACIÓN PARA PEDIR UN MILAGRO
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE

Concédeme un milagro,
Santísima Virgen María de Guadalupe,
concédeme un milagro,
porque estoy ante ti suplicándote 
con toda mi fe y todo mi corazón,
porque ya no puedo más, porque se que me escuchas,
y porque conozco el infinito amor
que tu tienes depositado en tus hijos,
en tus fieles, amantes y devotos hijos. 


Concédeme un milagro, dame tu santo auxilio, 
santa Madre de Dios hecho hombre,
por lo que tu sufriste,
por lo que yo hoy sufro,
porque te necesito con desesperación,
porque solo tu, únicamente tu,
puedes conseguir de Dios, Señor Nuestro,
solucionar lo que tanto ansío, lo que tanto necesito,
lo que me lleva al borde de la desesperación,
lo que se que tu conoces bien,
y que te apena tanto como a mi. 

Concédeme un milagro, Virgen mía,
Madre mía, protectora mía,
mi luz en el destino, la estrella que me guía,
a quien tanto amo, adoro y respeto. 

Concédeme un milagro, flor de pureza,
y devuélveme la vida,
porque ahora, con tanto desasosiego,
la tengo perdida, sin remedio, sin ayuda, sin consuelo. 

Tu todo lo puedes, santa Madre,
tu todo lo consigues, con amor, con alegría,
con generosidad, con dulzura,
con benevolencia y esplendidez. 

Concédeme un milagro,
porque estoy indefenso-a, amada Madre,
porque en esta grave situación, solo te tengo a ti,
porque se que quieres volver a verme sonreír,
porque se que tu quieres verme resurgir,
lleno-a de felicidad y agradecimiento
a tu santa persona, que nunca me abandona,
que siempre me ayuda,
que siempre me complace y distingue
con su incondicional amor,
con su generosidad y con su protección. 

Querida Madre mía, concédeme: 

(Pedir con gran fe y esperanza el milagro que deseas).

A tus pies queda por siempre
tu muy agradecido-a y devoto-a  hijo-a,
que nunca ha dudado ni dudará
de que tu le escuchas y le mostrarás
la inmensa dulzura de tu corazón
y la fortaleza de tu protección. 

Amén. 

Rezar tres Avemarías, Padrenuestro y Gloria. 

La oración y los rezos se hacen nueve días seguidos. 

  
ALGUNOS DE SUS MILAGROS 

El patrocinio de Nuestra Señora de Guadalupe invocó el rey Alfonso IX en la  batalla del Salado, y venció a los musulmanes haciéndoles experimentar infinitas pérdidas.

Su auxilio invocaban después todos los cristianos, monarcas y príncipes, nobles y vasallos, señores y pecheros, y todos tenían que agradecer algún beneficio a la Virgen que había querido tener su casa en la sierra de Guadalupe.

¿Qué indicaba aquella preciosa lámpara que sin cesar ardía ante el sagrado tabernáculo donde se hallaba colocada su venerada imagen, sino que gracias a su intercesión el valiente capitán D. Alonso de Alburquerque se vio libre de un gran peligro en el sitio de la ciudad de Goa?

¿Quieres que te refiera el prodigio?

Se hallaba el citado capitán en el campamento con las demás tropas que sitiaban Goa.

El enemigo encerrado en la ciudad, ya que no pudiera hacer que se alejasen sus sitiadores, procuraba molestarles disparando continuamente desde las murallas envenenados dardos, agudas saetas y grandes balas.

Una de estas vino a dar en la cabeza de un soldado que estaba junto a Alburquerque y le destrozó la cabeza, salpicando sus sesos y sangre el rostro del capitán.

Viéndose este entonces en tan gran peligro invocó con fervor a Nuestra Señora de Guadalupe, de la que era especial devoto.

Pronto pudo experimentar su poderoso patrocinio.

Otra bala mucho mayor que la que habían arrojado antes los sitiados llegó hasta el capitán, y dándole de lleno en el pecho, con asombro de todos los demás soldados, cayó a sus pies, perdiendo toda su terrible fuerza.

Así que hubo acabado la guerra, pensó el afortunado capitán en ir a dar gracias  Nuestra Señora por el gran favor del que era deudor, pero no habiendo podido realizar sus deseos por haberlo impedido su muerte cuando se disponía para su largo viaje o peregrinación, ordenó en su testamento que se llevase a Guadalupe la hermosa lámpara, y la misma bala que le arrojaran los sitiadores dentro de una caja de plata con otras preciosas alhajas.
Otra de las grandes y valiosas lámparas que alumbraban el altar de la Virgen, tenía también una historia bella y consoladora.

Se hallaba conquistando las Américas el gran capitán Hernán Cortés.

Al pasar un dia por aquellos bosques salvajes del Nuevo Mundo, uno de los venenosos escorpiones que tanto abundan por aquellos sitios, le picó o mordió, ocasionándole pronto la mordedura tan terribles dolores por la ponzoña que se había introducido en su cuerpo, que se vio en gran peligro de perder la vida.

Recordó entonces los infinitos milagros obrados por intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, e implorando su divino favor con gran alegría se vio al momento sano y bueno.

Agradecido el célebre conquistador al beneficio que le dispensara Nuestra Señora a su regreso a la península, se apresuró a visitar el famoso monasterio, y el mismo en persona le presentó su rica dádiva acompañada de otra de no menos valor.

Consistía esta en un gran escorpión de oro hecho con gran maestría por el hábil artífice a quien lo encargara Hernán Cortés, que deseaba se tuviese siempre memoria con este valioso presente del favor que debía a su especial protectora.

En un molinos habla una piedra que, según dicen algunos escritores, giraba con tal velocidad que en una sola hora podía moler doce fanegas de trigo. Habiendo llegado esta noticia a oídos del católico rey D. Felipe II, quiso él mismo cerciorarse de la verdad con un reloj de arena mientras se hizo la experiencia, y se vio que en efecto no solo molía doce fanegas sino algo mas.

Por fortuna para los cristianos, aun existen en los corazones de los fieles y devotos de la divina Madre del Salvador religiosos e indestructibles santuarios dónde se profesa un sincero culto a Nuestra Señora de Guadalupe.

¡Bendito sea el Señor que nos hace exclamar consolados, que la Virgen de Guadalupe es nuestra Gran Madre amorosa y protectora.


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