LA ORACIÓN MÁS MILAGROSA A SAN MARTIN DE PORRES Y RELATO DE UNO DE SUS MILAGROS


Hay un capítulo en la vida de San Martín de Porres que parece tomado de un cuento de hadas. Dios Todopoderoso ha debido sentirse sumamente complacido con las buenas obras y el apostolado de misericordia ejercido por este amante siervo suyo porque, para que él pudiera ensanchar el campo de su ministerio en favor de los pobres y los enfermos, llegó en ocasiones hasta alterar las leyes de la naturaleza. 


Se complacía Dios en forma milagrosa en ponerle límite al espacio para transportar vertiginosamente a Fray Martín a lugares remotos, aunque de hecho no podía decirse que jamás el Beato hubiera surcado los mares. Esta fase de la misión de caridad de Martín es en extremo interesante.
Excita extraordinariamente la imaginación; es algo verdaderamente singular y de inmenso dramatismo.
Un comerciante de Lima hizo un viaje a México, y al llegar cayó gravemente enfermo, y en su agonía exclamaba:
"¡Oh, Dios mío! ¿Por qué no está Fray Martín aquí para cuidarme?"
Y en ese mismo instante el bondadoso Hermano entró en la habitación con una sonrisa en los labios. Lleno de alegría le preguntó el comerciante:
- "¿Cuándo llegó a México, querido Hermano?"
- "Acabo de llegar", le dijo el visitante.
Y se dedicó a poner las cosas en orden, acomodándolo todo hasta dar a la habitación un aire alegre y familiar. Entonces le dijo al enfermo:
- "Hombre de poca fe, ¿por qué ha pensado que se iba a morir?"
Y dándole una medicina añadió:
- "Tranquilícese, pues usted no morirá de fiebre".
Y en seguida abandonó silenciosamente la habitación. Pronto recuperó su salud el comerciante, y para dar gracias a su amigo por sus bondades, se apresuró a ir al Convento Dominico de la ciudad de México, en donde creyó qué Fray Martín se había hospedado. Sin embargo, ahí se le dijo que Martín no había llegado al convento, pues se encontraba en Lima, Perú.
No lo quiso creer el comerciante y comenzó a buscarlo en todos los hoteles de la ciudad, pero todo fue en vano. ¡Nadie lo había visto ni había oído hablar de él! El comerciante tuvo que esperar hasta su regreso a Lima para tener noticias de Fray Martín. Y una vez en el Convento del Rosario, los padres aseguraron que el bondadoso negro no había abandonado el convento en ningún momento.
El asombrado comerciante se sintió fulminado y jamás pudo relatar el incidente sin que se le llenaran de lágrimas de gratitud los ojos.
Es ciertamente difícil determinar qué se puede aceptar como cierto en los viajes espirituales de Martín a Asia y a Africa. Eran en un sentido viajes en espíritu, pero evidentemente con todas las apariencias y facultades físicas del Beato, que según sus superiores nunca abandonó el convento de Lima. 

  

ORACIÓN A SAN MARTÍN
PARA CASOS MUY URGENTES 
Y DESESPERADOS

Glorioso San Martín de Porres, 
tu humildad y gran bondad 
siempre hicieron de ti un gran hombre, 
por ese santo deseo de martirio que anhelabas, 
por tu perseverancia en extender la fe
y por esa incesante capacidad de hacer bien a las almas.  

Alcánzame, santo mío Martín de Porres,
la gracia que en esta plegaria te solicito. 

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Por el heroísmo que mantuviste siempre
en alcanzar la felicidad y la gloria
junto a Dios Padre y su Hijo,
por los méritos de la sangre de Cristo,
ruega por mi a nuestro buen Dios el favor que te pido,
querido Padre mío Martín.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Por tu inmensa caridad,
con la que siempre amaste a Dios,
y que utilizaste para socorrer en  sus necesidades
a toda persona que encontraste en tu camino,
no me abandones ahora que tanto te necesito
consuelo y esperanza mía, Martín.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Bendito Martín de Porres,
dame socorro y auxilio para:

(Hacer la petición con gran esperanza)

 Socórreme, amado Padre mío Martín,
no me abandones, no me dejes en el olvido,
mira que mi ruego es urgente,
casi un imposible para mi,
pero que tu puedes resolver
gracias al favor que Dios te dispensa. 

Amén. 

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

La oración y los rezos se hacen nueve días seguidos. 



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