Si alguna vez visitando Francia pasáis, por el bosque de Livry, a unos 20 kilómetros de distancia de la ciudad de Paris, no dejéis de visitar su venerada capilla. La original se construyó en el año 1212 en aquel lugar para conmemoración de un suceso milagroso, al que nos referiremos brevemente, la actual es una construcción del año 1808.
Dice la leyenda:
Se dirigían a la ciudad de Paris tres comerciantes de Angers, que por su profesión, no era de extrañar llevasen algunas importantes cantidades de dinero.
Eran los tres muy devotos de la Virgen María, y al verse sorprendidos en su camino por varios ladrones, que después de robarles y despojarles de sus vestidos, les habían atado a unos árboles para que allí perecieran, imploraron su auxilio en tan critica situación:
«Madre amorosa del Dios omnipotente, exclamó uno de los mercaderes, siempre os hemos adorado y bendecido como nuestra abogada y protectora, porque esperamos de vuestra misericordia que atendáis a nuestros ruegos, humildes os suplicamos en medio del peligro que corren nuestras vidas, que pidáis a vuestro divino Hijo quiera tener también compasión de nosotros y de nuestras familias que tan afligidas se verán cuando noten que se prolonga tanto nuestra ausencia.
«No nos dejéis, Señora, aquí en el bosque, desnudos y atados a estos troncos, expuestos al furor de las fieras, sufriendo las inclemencias del tiempo y faltos de todo alimento.
»Porque siempre ha sido grande la devoción que os hemos profesado, nos atrevemos a suplicaros que os apiadéis de nuestra triste suerte y nos salvéis de los grandes peligros que nos amenazan.»
Hubiera así continuado el piadoso comerciante demandando favor a la Santísima Virgen, l0 mismo que sus otros dos compañeros, que la dirigían iguales ruegos, si de pronto no se vieran completamente libres de las ligaduras con que habían sido sujetados a los árboles por los ladrones.
No dudaron, un instante siquiera, de que debían a la Señora su libertad, y al fijar su vista en los troncos donde estuvieron atados, vieron con gozo a tres gentiles mancebos, que no satisfechos de haber soltado sus ligaduras, les ayudaron a encontrar luego ropas con que cubrir su desnudez.
Cuando agradecidos los tres comerciantes al gran favor que acababan de recibir de aquellos mancebos, quisieron manifestarles con afectuosas palabras su gratitud, notaron con sorpresa su súbita desaparición.
Cuando agradecidos los tres comerciantes al gran favor que acababan de recibir de aquellos mancebos, quisieron manifestarles con afectuosas palabras su gratitud, notaron con sorpresa su súbita desaparición.
—La Virgen María, nuestra protectora y abogada, dijo uno de los comerciantes, es quien nos ha salvado por medio de esos tres hermosos mancebos que acaban de desaparecer sin que hayamos tenido tiempo siquiera de expresarles la gratitud que les debíamos.
No hay duda que esos mancebos que de tan prodigiosa manera nos han devuelto nuestra libertad, son ángeles enviados del cielo.
—Si, contestaron sus compañeros, a Dios y a su Santísima Madre, somos deudores del bien que acabamos de recibir, a Ella solo debemos el no ser pasto de las alimañas que deben habitar en el bosque. Ella, la milagrosa Virgen, ha sido quien nos vuelve libres de todo peligro al seno de nuestras familias; ingratos, pues, seriamos si no dejáramos aquí testimonio de lo agradecidos que la estamos por el auxilio y socorro que nos ha enviado por medio de los tres ángeles que han bajado del cielo y han tomado por un momento la forma humana para ser instrumento de la bondad y misericordia de la Excelsa Señora.
Edifiquemos una capilla con una imagen de la Virgen y sea el monumento que nos recuerde siempre este día, en el que tan grandes peligros hemos corrido.
—Y que a ella vengan a orar los viajeros que pasan por el bosque, para que la Virgen les evite todo contratiempo y les favorezca en sus adversidades.
Esto dijeron los mercaderes, y habiendo vuelto a su casa, el primer cuidado de ellos fue el procurar que se levantara inmediatamente la capilla.
Referido por ellos el caso milagroso, la concurrencia a la capilla el primer día que se abrió al culto fue numerosísima, y la devoción a la Virgen que había colocada en su altar se aumentó de tal modo, que es hoy una de las imágenes mas célebres de Francia.
Todos los que se ven expuestos a algún peligro, todos los que desesperados en la tierra solo tienen fe en las verdades eternas, piden en sus apuros que los auxilie la Virgen de los tres Ángeles.
En tiempos de la revolución, la capilla fue demolida y el sitio se vendió como propiedad nacional. Un habitante de Livry salvó la estatua de la Virgen, ahora suspendida de las bóvedas de la capilla, que se llevaron en la iglesia de esta parroquia. Pero cuando terminó la tormenta revolucionaria y se restauró el culto, se construyó una nueva capilla en el sitio de la antigua y fue inaugurada el 8 de septiembre de 1808. Se requirió la intervención del Obispo de Versalles por los habitantes de Livry. Se restauró, en la inauguración, la estatua de la Virgen, objeto de la veneración de los fieles.
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