PADRE MATTEO RICCI, ORACIÓN AL SIERVO DE DIOS PARA PEDIR COMPRENSIÓN Y SER ESCUCHADO FAVORABLEMENTE


El Padre Matteo Ricci, que mostró tanta comprensión hacia las costumbres e ideas orientales, aceptó gran cantidad de formas y conceptos chinos; pero asimismo supo ser enérgico y no consentir prácticas demasiado supersticiosas, paganas e idolátricas.

ORACIÓN

Glorioso siervo de Dios,
Padre Matteo Ricci,
que tanta gloria diste a Nuestro Señor
conquistando almas en tu labor evangélica. 

Hombre culto y carismático,
nadie como tu supo aunar
la tolerancia y la comprensión,
con la severidad y la seriedad
y de este modo conseguiste
gozar de la estima y la confianza
de la clase culta china,
a quienes conquistaste para Dios
perseverando en tu gran bondad. 

Amado Padre Matteo Ricci,
tu, que dotado de profunda fe
y de extraordinario ingenio cultural y científico,
dedicaste largos años de tu existencia
a tejer un diálogo provechoso
entre Occidente y Oriente,
ayúdame hoy a mi, a ser comprendido. 



 Comparte conmigo tu elocuencia
para que mis palabras y mis explicaciones
no caigan en saco roto,
y que sean el camino adecuado
para que fructifiquen mis ideas
y logre llegar a un entendimiento
en las conversaciones que mantenga. 

Tu que siempre fuiste
un obediente ministro de la Iglesia

y un intrépido e inteligente mensajero
del evangelio de Cristo,
escucha mi suplica y dame tu favor.

Amén.

Rezar tres Padrenuestros y Gloria.


El Padre Matteo Ricci, notable misionero jesuita de fines del siglo XVI y principio del XVII, penetró en un mundo completamente exótico y desconocido, o sea el Imperio Chino.
En aquel tiempo, los occidentales no eran admitidos en dicho territorio, ni circulaban noticias verdaderas y suficientes de él. No es de extrañar, pues, que Ricci observara con asombro algunas tradiciones y ritos chinos, como, por ejemplo, los que se acostumbraban en los entierros de los mandarines.
Así describe Vincent Cronin, en la biografía del misionero Ricci, el ceremonial de esos actos:
"En aquella ciudad (Nankín) acababa de fallecer un mandarín cristiano muy influyente, que fuera bautizado por Ricci. El mismo pidió ser sepultado a la manera cristiana; pero casi toda su familia quería llamar a los bonzos para los ritos tradicionales llenos de colorido, suprema muestra de piedad filial.
El misionero encargado enviaba el problema a Ricci. No existía en China ceremonia más cuidada e importante. 

 
Primero se formaba un cortejo inmenso a cuyo frente iban dos hombres con grandes faroles que recordaban el nombre, la edad y los títulos del difunto.
Seguían dieciséis músicos con tambores, gongs, caramillos y trompetas.
A continuación iban los hijos; el mayor, sostenido en su dolor por los criados, llevaba en una mano un báculo de madera entrelazado con papel blanco, y en la otra, en el extremo de una asta de bambú, un gallardete llamado "la vestidura del alma" y que, según se creía, emplazaba al alma errante a acompañar al cuerpo.
Luego venía el féretro, seguido por los parientes y amigos.
En la tumba se depositaba una porción de greca (palma cuyo fruto tiene el tamaño de una nuez) enrollada en una hoja y envuelta en un pedazo de papel plateado. Después que un enmascarado expulsaba los malos espíritus golpeando cada rincón con una lanza, bajaba el ataúd a la tumba, y luego quemaban figuras de papel representando criados, elefantes, tigres y leones, y se ponía una olla llena de arroz para el alimento del alma.
Hasta qué el geomántico no se aseguraba de que todo estaba en orden, el ataúd no se cubría. (Un geomántico es el que practica la geomancia, o sea la adivinación supersticiosa que se hace valiéndose de los cuerpos terrestres, o con líneas trazadas en la tierra.)
Cuando ya se había echado tierra, el bonzo budista encargado de la ceremonia, alzaba un gallo en el aire y se inclinaba tres veces ante la tumba.
Todos los deudos y amigos imitaban sus gestos, y la vestidura del alma era finalmente entregada a las llamas sagradas.
A Ricci se le planteó el problema siguiente: ¿podían suprimirse de esos ritos los elementos supersticiosos, mientras se adaptaban al cristianismo las formas exteriores? Si a un cristiano se le prohibía tributar a su padre los supremos honores, se provocaría un escándalo, y por eso los misioneros seguían una política de máxima tolerancia con las apariencias externas.
Pero en este caso Ricci sostuvo que dichas ceremonias se basaban en una concepción de la muerte ajena a la nueva religión, y que por lo tanto debían desterrarse por completo, aunque esto vulnerara la susceptibilidad china.
Se ordenó a la familia de Nankín dar sepultura a su muerto con plegarias cristianas y lágrimas como único ritual.
El perfecto equilibrio de este santo varón le ha hecho más admirado y venerado.

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