GOZOS A SAN JUAN DE BRITO

El Padre Juan de Brito inició su misión apostólica en Malabar, India. Desde el principio intentó igualarse en todo a los nativos, siempre que fuera posible.
Andaba descalzo y recorría enormes distancias, con tan sólo una simple manta de algodón y libros cristianos. El Padre Juan de Brito creó una nueva manera de evangelizar, que fue seguida por  otros misioneros. El secreto era seguir la máxima de San Pablo:
"Me he hecho de todos y para todos, a fin de ganar algunos para Cristo." 



GOZOS A SAN JUAN DE BRITO
Pues tu apostólico ardor
ganó ya palma y laurel,
victoria contra Luzbel
nos logre, Juan, tu favor.
Noble sangre lusitana,
que en tus venas circulaba
a altos puestos te llamaba
cuando a vestir la sotana
de jesuita el Señor
te llamó y cumpliste fiel.
De tu espada solo el brillo,
solo al blandir de tu lanza,
tiembla la infame pujanza
del infierno y su caudillo.
Lucha pues, y a tu vigor
sucumba la hueste infiel.
De combatir sed ardiente,
tu corazón devorando,
gritos de guerra lanzando,

las playas buscas de Oriente.

Del vicio allí tu valor
el cetro rompió cruel.

Tú desembarcas ligero
del Indostán en la orilla, 
y el falso Brahma se humilla, 
y cede a tu afán guerrero.
Nada resiste a tu ardor
de Persia a Coromandel.

En vano Satán levanta
contra ti reyes tiranos,
y el ímpetu de sus manos
tus carnes feroz quebranta.
De su implacable furor
triunfa tu espíritu fiel.

Cebad en él vuestras sañas,
romped su cuerpo, crueles,
que así cortaréis laureles
para premiar sus hazañas;
Labrará vuestro rencor
de su corona el joyel.

Su voz retumba valiente
cual trueno en el arduo monte;
Y cual llena el horizonte
de luz el sol desde oriente:
Tal su celeste esplendor
cubre el indiano vergel.
Volando sus ecos van
para salud de las gentes:
Vida y calor refulgentes
sus rayos a todos dan.
¿Por qué con tanto rigor
os levantáis contra él?

Tremendo el combate fue:
Mayor es, o Juan, tu gloria;
La tierra canta victoria, 
y el cielo triunfar te ve.
Palma de eterno verdor
Te ciñe el Dios de Israel.

Desde esa excelsa morada
donde te recreas glorioso,
sobre el fiel, que piadoso
te invoca, da una mirada.
Del mar amansa el furor,
guía al puerto su bajel.
Pues tu apostólico ardor
ganó ya palma y laurel,
victoria contra Luzbel
nos logre, Juan, tu favor. 

Así sea. 

Rezar tres Padrenuestros. 

  
 

San Juan de Brito fue misionero en un país abundante en enigmas, misterios y curiosidades: la India.
De este país milenario pueden sacarse muchas lecciones provechosas, tanto por la profundidad de su pensamiento como por su peculiar filosofía. Veamos algunas curiosidades de las que ocurren en ese vasto país:
En la provincia de Penyab, el cartero es un personaje sumamente importante. Sus tareas oficiales son las de recorrer cada día una docena de poblaciones repartiendo el escaso correo. Pero, al margen de esta obligación, él se ocupa de cosas mucho más lucrativas: como casi toda la gente de aquellas regiones no sabe leer ni escribir, por pequeñas cantidades de dinero lee a los destinatarios la correspondencia que les llega, y además, escribe las respuestas. De este modo se convierte en el confidente de los habitantes, divirtiéndose y emocionándose con todo lo que llega a saber por tales medios de comunicación.
Los pobladores de Ahmedabab, otra provincia de la India, son muy supersticiosos, según ha referido el misionero Carlos Suriá, al punto de que difícilmente pueden moverse sin encararse a un augurio, ya sea éste bueno o malo. Si alguien decide viajar, y al salir ve que pasa un carro, que estornuda un vecino, que un perro sacude las orejas para espantarse las moscas, o que un gato o una serpiente están frente a la puerta, ya no sale por nada del mundo, porque esas cosas anuncian catástrofes.
Otro misionero refirió la siguiente anécdota acerca de las supersticiones:
Un oficial hindú ofreció un banquete a un grupo de amigos. Ya estaban en los postres, cuando cuatro invitados se pusieron a un lado de la mesa y otros cuatro del lado opuesto.
Cada grupo trataba de pasar una hoja muy ligera de papel al grupo contrario, impulsándola con el soplo de la boca. El oficial se negó a jugar, alegando que no podía desperdiciar aliento.
-Dios -explicó- concede a cada persona un determinado número de respiraciones, al terminarse las cuales, la persona muere. Y agregó con una sonrisa intencionada: Como yo quiero vivir muchos años, respiro lo menos posible cada día.

Los hindúes han hecho de la respiración una verdadera ciencia, y las aspiraciones y exhalaciones se efectúan dentro de un ritmo preciso y de acuerdo con los movimientos corporales. No se crea, por la anécdota de los "sopladores" en el banquete, que el espíritu indio sea simple, no.
El pensamiento de sus sabios es de una hondura extraordinaria, como puede verse por la parábola siguiente, llena de filosofía y también de gracia:
Un rico comerciante va en busca del consejo de su guía espiritual. El consejero lo pone frente al cristal de una ventana que da a lo calle, y le pregunta:
-¿Qué ves?
-Veo la gente -contesta el acaudalado.
Después lo lleva ante un gran espejo, y le pregunta de nuevo:
-Y ahora, ¿qué ves?
-Ahora me veo a mí mismo.
-Bien. Tanto en la ventana como en el espejo, hay vidrio; pero el cristal del espejo tiene detrás una amalgama de plata, y en cuanto hay plata de por medio ya no vemos a los demás; sólo nos vemos a nosotros mismos.


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