SAN BENITO ABAD, ORACIÓN PARA PROTECCIÓN Y LIBERACIÓN DE DAÑOS CAUSADOS POR HECHIZOS, MAGIAS, MAL DE OJO...


¡Oh humilde Abad San Benito,
bondad en la Tierra, gloria en el Cielo!

Fervoroso y ejemplar abad,
 mi gran protector bondadoso
 y de cuantos van a ti a suplicar.

 Intercede por mí ante el Señor
 para que alivie mis sufrimientos,
 y las serias dificultades
 que en este día me agobian.


Aparta, condena y rechaza,
 por la poderosa intercesión de la Cruz,
 todo mal y acechanza
 que puedan dirigir contra mi persona,
contra mí amada familia
o contra los seres queridos
que a mi lado siempre están.

Líbrame de fatídicas herejías,
de malas lenguas y hechicerías,
no permitas que me ataquen,
destierra el mal que me acecha:

(hacer la petición).

Te lo pido con toda confianza
y seguro de tu bondad,
tú que fuiste santo con fervor,
que no antepusiste nada ante Cristo
desde que lo hallaste en la oración
concédeme tu amable intercesión.

Glorioso san Benito,
por tu poder ilimitado
sobre los poderes dañinos
con enorme fervor te suplico
concédeme sin demora
lo que de ti solicito,
y ayúdame a alcanzar
 la perfección de mi vida cristiana,
por la salud de mi cuerpo, mente y alma.

Amén.

 Hacer el Acto de Contrición, rezar tres Credos,
tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

Hacer la oración y los rezos tres días seguidos,
o nueve si la petición es muy difícil y urgente.


 Es imposible fijar con exactitud la fecha de nacimiento del gran Patriarca y Fundador San Benito de Nursia. Debió ser alrededor del año 480.

Tampoco sabemos nada acerca de la ciudad donde nació, ni de sus padres. Algunos creen que fue gemelo de la única persona que conocemos de su familia, su hermana Santa Escolástica. 



Cuando era ya un muchacho de más de quince años, según parece probable, fue enviado a Roma para hacer algunos estudios, lo cual hace suponer que era de familia distinguida y culta. Iba acompañado de su fiel nodriza y permaneció algún tiempo en Roma, pero pronto se sintió horrorizado de la corrupción y de los peligros de que se veía rodeado en dicha ciudad y resolvió apartarse para siempre de semejante vida. "Despreciando, pues, los estudios literarios, abandonó la casa y los bienes de su padre y deseando agradar sólo a Dios, buscó el hábito de la vida monástica".

Después de corta estancia en Effide, se alejó de su fiel nodriza, sin decirle nada, y fue a ocultarse en una cueva que hay cerca de un lugar llamado Subiaco, donde permaneció tres años, conocido solamente de un buen monje, Román, que le proveía de alimentos a escondidas y le había dado el hábito de monje.

Sin embargo, no pudo ocultarse tanto que unos pastores y otras personas no llegasen a descubrirlo y, deseosas de ponerse bajo su dirección, no le importunasen. Se fundó así, en torno a Benito, una comunidad de solitarios que lo veían como maestro, hasta que ciertos monjes, cuyo abad había muerto, le rogaron que fuese a tomar el lugar del desaparecido. Benito se resistió cuanto pudo, pero una vez en el sitio de autoridad, exigió que aquellos hombres viviesen conforme a su estado, y por ello fue aborrecido. Quisieron envenenarlo, pero él, al bendecir el recipiente donde estaba el agua envenenada, hizo que saltase en pedazos, y después abandonó a aquellos ingratos monjes.

Entonces se formaron otros doce monasterios, cada uno con doce individuos y un superior, todos discípulos adictos al santo. Tampoco allí fué dejado en paz. Un sacerdote indigno, llamado Florencio, lleno de envidia y maldad, no solamente lo persiguió con calumnias, sino que quiso corromper a los monjes mediante personas viles que a ello se prestaron. El santo se retiró a Casino, para evitar males mayores y ahí supo de la muerte desastrosa del indigno perseguidor.

En Montecasino halló Benito el sitio ideal para su gran obra, y ahí fundó un celebérrimo monasterio, del cual han salido millares de santos monjes benedictinos a todas partes, para esparcir el bien y la luz.

La única "Vida" que conocemos de San Benito, escrita por San Gregorio Magno, Papa y monje benedictino, no nos permite seguir con exactitud el orden cronológico de los acontecimientos, porque su fin es más bien el de edificar a los lectores mediante los ejemplos del santo, que el de referirnos todos los sucesos en forma metódica. De allí se infiere que hacia el año 513 Benito estaba en Montecasino, cuando Totila, invasor bárbaro, dominaba en Italia, y fue a hablar con el Santo.

También es bastante segura la fecha del 21 de marzo de 547 como día de su gloriosa muerte, pero carecemos de otros datos acerca de la cronología de tan insigne siervo de Dios.

Muchos hechos milagrosos recuerda San Gregorio Magno en la vida que nos dejó escrita de San Benito: unos eran en favor de pobres y necesitados, como cuando curó a un leproso, o cuando soltó a un cautivo de sus ataduras con sólo mirarlo; otros se referían a lectura del pensamiento y profecía de lo futuro, como el caso de Totila. Otros, de dominio de los elementos, como cuando Mauro anduvo sobre las aguas y el aceite y la harina se multiplicaron; otros en favor de afligidos del demonio, como los casos del monje y del clérigo atormentados del mal espíritu.

Hay un monumento histórico de valor quizás más grande y que nos muestra un retrato interior del hombre "Bendito por gracia y por nombre", y es la Regla monástica que dejó escrita de su propia mano. En ella adivinamos algo de la grandeza y hermosura de su alma santísima y privilegiada. En ella podemos imaginar cuál sería su gobierno como Abad y Fundador, y cuáles eran sus palabras, cuando hablaba con sus primeros monjes, y aprendemos, aunque no pertenezcamos a su familia espiritual, cómo debe ser la humildad, la caridad, la obediencia, la pobreza, la oración y el trabajo manual, por no citar sino estas pocas cosas.

San Benito es uno de los santos que mayor influjo han ejercido en la Iglesia de Cristo. Cerca de mil quinientos de sus hijos son santos canonizados, unos cuarenta sumos Pontífices vistieron el hábito de San Benito antes de llevar la tiara, y nadie podrá contar el número de los civilizadores, misioneros, educadores, escritores, eruditos y bienhechores del género humano que llaman Padre a Benito de Nursia.



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