SANTA FLAVIA DOMITILA, ORACIÓN A LA MÁRTIR DE DIOS PARA PEDIR POR UNA CAUSA DE EXTREMA GRAVEDAD

 
ORACIÓN

Gloriosa Santa Flavia, mártir,
que, siendo sobrina del cónsul Flavio Clemente,
fuiste acusada durante la persecución a los cristianos
por haber renegado de los dioses paganos
y, por ello, por tu fe en Cristo,
junto con otros muchos cristianos
sufriste destierro en la isla de Ponza,
para padecer un cruel martirio.


Tu fortaleza, Santa Flavia Domitila,
y tu gran confianza en Dios Nuestro Señor
te han hecho acreedora del favor de Dios
y por ello, a ti acudo, con fe y esperanza
para solicitar tu intercesión
pues las terribles pruebas
a las que los primeros cristianos
sufristeis y debisteis someteros
hacen que las mías carezcan de importancia
aunque para mí sean de extrema gravedad.
 
Me siento atraído a ti con una gran devoción
pues aún con el transcurso de los siglos
tus obras siguen vivas y en el recuerdo,
como muestra de los sufrimientos
por los que tuviste que padecer,
con amargas lágrimas de dolor
y se que mis súplicas serán
más agradables a Dios nuestro Señor,
si tu, que tan amada eres de Él,
se las presentas como mi intercesora.
 
(Presentar a la Santa el motivo y la súplica)
 
Tu bondad natural, que es un reflejo admirable
de la misericordia Divina,
hará que yo encuentre consuelo para mis penas
 y que mis deseos y necesidades,
sean atendidos a la mayor brevedad
si ello ha de ser en provecho de mi alma.
 
Apiádate de este devoto tuyo
que a ti recurre en este momento de aflicción
y no dejes de rogar a Dios por mi,
hasta que halles cumplimiento
para la súplica que con tanta fe y devoción
he solicitado de tu preciosa compasión.

Santa Flavia Domitila,
ruega a Dios por mi.
 
Amén.
 
Rezar tres Padre Nuestro en honor a la Santa.
 
Son varias las damas Flavia Domitila pertenecientes todas al tronco de los Flavios, familia señorial y noble vinculada a los grandes emperadores de Roma, en el siglo I de nuestra era y de las que nos habla elogiosamente la historia.
 
Flavi0 Clemente, cónsul el año 95, sobrino del emperador Vespasiano, estaba casado con Flavia Domitila. Al no tener descendencia directa el emperador, debería haber dejado heredero a uno de los hijos de Flavi0 Clemente, pero no sucedió así y sus sucesores fueron Tito y Domiciano, sus sobrinos carnales.


A las puertas mismas del trono imperial estuvo llamando quien hubiera podido ser un primer emperador cristiano, pues Flavia Domitila y su esposo Flavi0 Clemente eran oficialmente cristianos.
 
Aprovechando la tranquilidad que siguió a la persecución de Nerón contra los cristianos, la Iglesia pudo gozar de un amplio período de paz mientras reinaban los emperadores Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano y Tito, los dos últimos de la familia de los Flavios.

Desgraciadamente la situación no fue definitiva y pronto las cosas comenzaron a marchar por un camino muy contrario. Domiciano, ya emperador, desató una nueva y violenta persecución contra los cristianos.

Posiblemente en aquellos primeros momentos, bajo el nombre común de paganos, se identificaba a cristianos y Judíos y Vespasiano y Tito habían declarado la guerra a los Judíos, llegando incluso a destruir la ciudad santa de Jerusalén y deportando al pueblo hebreo. Unos y otros coincidían en no adorar a los ídolos, dioses oficiales del Imperio.

Alarmado por la abundancia de esos que ellos llamaban paganos y que ya dejaban sentir su presencia en todos los estamentos del Imperio, incluso los más señoriales, Domiciano juzga el hecho como un peligro y se propone acabar con ellos.

Entre los primeros de la lista indudablemente se encontraban los de su propia familia, como Flavio Clemente y su esposa Domitila. Flavio desde luego fue martirizado, junto con su mujer según algunos, aunque quizás, con más probabilidad, ésta por su rango de nobleza y su cualidad de mujer, de acuerdo con las leyes del imperio, fue desterrada a la isla de Pandataria, que actualmente con el nombre de Santa María se halla a la entrada del golfo de Gaeta, entre las islas de Ponza e Ischia.
 
Las islas Ponza y Pandataria eran dos de los lugares frecuentemente utilizados para servir de destierro a los proscritos por los emperadores. No debe extrañar que a veces se utilicen como sinónimos ambos nombres. En cualquier caso, los cristianos consideraron siempre que se trataba de un prolongado martirio y así celebraron a Domitila como una de sus mártires cualificadas.

Estos datos, plenamente garantizados por la historia, por normales parecieron insuficientes a los primeros cristianos, y como cosa frecuente cuando se habla de ellos, se introdujeron nuevos elementos plenamente legendarios. Recordamos algunos por ser muy conocidos.

Domitila marcharía al destierro, para luego conseguir que le fuera levantado el destierro y de vuelta a la ciudad trajo a su casa a dos jóvenes llamadas Eufrosina y Teodora, hermanas de leche de la propia Domitila, atraídas al principio con promesas de hacerlas triunfar en lo humano. Pero el sentimiento de aquellos primeros cristianos no descansaba nunca y con lentitud pero con constancia la intrépida Domitila las fue seduciendo con el espíritu de sus propias creencias hasta convencerlas del valor de su conversión y entrega a Cristo.
 
El golpe definitivo vendría de la mano providencial de Dios, pues, para garantizar el valor de sus afirmaciones, Domitila mandó traer a una joven muda, que servía a Teodora. Por la sola oración de la santa:
 
 «Desatósela la lengua, y las primeras palabras en que prorrumpió fueron publicar que no había otro Dios como el Dios de los cristianos. A vista de esta maravilla las dos hermanas se arrojaron a sus pies y se declararon cristianas» (J. Croisset).
 
Llegada al emperador Aureliano la noticia de los hechos ocurridos, enfurecido, mandó prender fuego a la casa de Domitila y las tres sufrieron glorioso martirio. Sobre el lugar donde fueron enterrados sus cuerpos se levantaría luego una iglesia en su nombre.

Hay autores que se inclinan por afirmar que la Flavia Domitila protagonista de esta segunda historia es una joven distinta, que incluso era virgen y que ofrendó a Dios su virginidad al lado de sus compañeras conversas. Conocemos autores que nos hablan de Flavia Domitila sin más por una lado y de Flavia Domitila la Joven, por otro, consagrando así la presencia de dos mártires muy cercanas en el tiempo.

Quizás ambos extremos resulten posibles. Pero lo que nos interesa destacar es que nos hallamos ante una de tantas bellas páginas que escribieron los cristianos de los primeros siglos, quienes para abrillantar la emoción de sus recuerdos no tenían inconveniente en complementar los datos históricos con otros transmitidos por la leyenda. Algo que no empaña la veracidad sustancial de los hechos sino que los agiganta y transforma.

También resulta posible la presencia de dos santas con el mismo nombre.

La fiesta de Santa Domitila se celebraba inicialmente unida a la de los Santos Nereo y Aquiles o Achileo el 12 de mayo. Una situación que se explica por el hecho de que ambos santos estuvieron enterrados en el cementerio de Santa Domitila en la vía Ardeatina.
 
En época reciente ha pasado al 7 de mayo, ella sola independiente.
 
 
 

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