SAN PANCRACIO, PODEROSO INTERCESOR PARA CONSEGUIR TRABAJO Y SALUD CON ESTA ORACIÓN

 
ORACIÓN PARA OBTENER TRABAJO Y SALUD
 
Glorioso San Pancracio,
abogado especial para alcanzar salud y trabajo,
interceded ante el Señor por mí
para que logre con vuestro auxilio,
el favor que deseo conseguir,
para mayor gloria de Dios y de mi alma.
 
Fiel servidor de Cristo hasta el martirio,
alcanzadme aumento en la fe,
firmeza en la esperanza, mayor fervor en la caridad
y amor para con Dios y el prójimo.


 También os suplico que,
por el afecto y devoción que yo os profeso,
me concedáis las gracias que necesito,
y muy especialmente salud y trabajo.

Señor Dios misericordioso,
con vuestro favor y para vuestra mayor gloria,
y bien de mi alma,
acudo a la intercesión de vuestro glorioso mártir,
el niño San Pancracio,
para obtener de vuestra bondad
la gracia que especialmente le pido,
y todos los bienes que me convienen
para vivir y morir santamente.

Así sea.

Hacer la petición.

Rezar un padrenuestro, Avemaría y Gloria.
La oración y los rezos se hacen durante 7 días.

SAN PANCRACIO
 
Pocos santos han conseguido en nuestro tiempo una popularidad tan llamativa como San Pancracio. Su figura de joven agraciado, vestido con rica túnica y rojo manto romanos, tomando con su mano izquierda la palma del martirio y el Libro Sagrado y con la derecha apuntando hacia lo alto, se ha hecho familiar en casi todos los hogares españoles. Sin embargo, entre el tiempo de su existencia y el nuestro median casi mil setecientos años de distancia, pues nos hallamos ante uno de los mártires de los siglos III o IV.

Quizás esta actualidad se deba a que hoy se recurre a este Joven, casi niño, porque lo hemos convertido en abogado «para encontrar trabajo» y «obtener buena salud», una duplicidad de deseos que afectan muy de cerca a la mayoría de los hombres, incluidos los cristianos.


La oración más antigua con la que se le invoca nos parece muy válida:
 
«Glorioso San Pancracio,
alcanzadme de Dos trabajo honrado
y suficiente para todas las necesidades
de esta vida temporal.
 
Os pido salud y fuerza
para cumplir con mi trabajo.
 
A través de él,
espero alcanzar la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor»

Uno de las creencias, muy creídas y practicadas, consiste en colocar al lado del santo ramas de perejil.

La Vida de San Pancracio por sencilla nos resulta atractiva.
 
Nació en Frigia, ciudad de la Turquía actual, probablemente el año 286. Sus padres, Cleonio y Quiriade, eran ricos y nobles.
 
Muy pocos días después del nacimiento perdió a su madre y algunos años más tarde a su padre, quien antes de morir encomendó el hijo a su hermano Dionisio, convirtiéndolo también en administrador de su cuantiosa fortuna. Pronto tío y sobrino marcharon a Roma donde tenían parte de sus bienes y providencialmente se establecieron en el monte Celio. Allí estaba refugiado el papa Cornelio, que logra convertirlos al cristianismo, cuando se habían acercado hasta él atraídos por la fama de los muchos convertidos.
 
Muy pronto la intrepidez juvenil lo convirtió en ferviente propagador de las doctrinas recién abrazadas, sobre todo a partir de la muerte de su tío Dionisio.

Fue la noticia de tantos predicadores y tantas conversiones la que preocupó al emperador Diocleciano, quien mandó publicar un decreto contra los cristianos, condenándolos a la muerte sin proceso previo. Uno de los creyentes buscados y capturados fue el propio Pancracio.

Presentado ante el emperador llamó la atención su juventud y hermosura, que unida a la nobleza de su origen, movieron a Diocleciano, que recordaba a su padre, para intentar con él un trato diferente, convencido de que con halagos conseguiría de sus 14 años la renuncia de su fe, sobre todo cuando le prometió que estaría siempre a su lado y en el mismo palacio imperial.

Todo inútil. Como respuesta se ponen en boca del joven Pancracio estas estremecedoras palabras:

«Señor, inútilmente te fatigas, si te persuades que me harás perder la fe, amenazándome con que he de perder la vida. No saben los Cristianos que cosa es temer la muerte, toda su ansia es derramar la sangre por Jesucristo, los suplicios apresuran su eterna felicidad, y para ellos expirar en los tormentos es conseguir una gloriosa victoria»

Pancracio fue condenado y sufrió martirio en un lugar de la Vía Aurelia. Al llegar la noche, su cuerpo fue recogido por una piadosa mujer llamada Octavia, que, ayudada por otros cristianos, le dio sepultura en lo que entonces era cementerio común y donde más tarde se levantó la basílica en su honor.

Los hechos ocurrieron el 12 de mayo del año que algunos señalan como 304.


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