ORACIÓN A LOS SANTOS MÁRTRES RIOPLATENSES


El 17 de Noviembre festejamos
a los Santos Mártires Rioplatenses.
 
San Roque González de Santa Cruz nació en Asunción del Paraguay. Fue ordenado sacerdote diocesano a los 22 años. Sin embargo sus anhelos de misión lo llevaron a ingresar en la Compañía de Jesús en 1609. Una vez puesto en camino fundó 10 reducciones o pueblos en las famosas reducciones guaraníticas del Paraguay. Uno de esos pueblos fue la actual Yapeyú.

Juan del Castillo y Alfonso Rodríguez fueron dos sacerdotes jesuitas españoles enviados a las misiones en el Río de la Plata.


Los tres, pertenecientes a la Compañía de Jesús fueron muertos en fechas muy cercanas. Roque González, de 52 años, y su compañero Alfonso Rodríguez, murieron en la reducción de Todos los Santos del Caaró, el 15 de noviembre de 1658. Juan del Castillo, dos días después en el pueblo de Asunción de Ijuhí.

Los tres mártires fueron canonizados en 1988 por Juan Pablo II durante su visita apostólica al Paraguay

Los misioneros que llegaron a América con los conquistadores españoles, realizaron una labor civilizadora y espiritual de la más alta importancia, y así lo han reconocido todos los historiadores de las Indias.
 
Cada uno de esos heroicos misioneros persuadía el corazón de los nativos con palabras de consuelo y piedad. Y esto se efectuó en una época ruda, cuando la codicia por la posesión de tierras era el drama de todos los días. Por este motivo, las tribus guaraníes, y sobre todo las guaicurúes, se fortificaron en selvas intransitables, y dispersos en rudimentarias guerrillas, desataron una guerra constante, sin hacer distinción entre frailes y soldados, porque todos eran para ellos una sola organización de intrusos.
 
En vano los evangelizadores comunicaban el amor con palabras y obras: la ignorancia y el miedo eran superiores al sentimiento de hermandad. Fue entonces cuando surgieron las misiones jesuíticas en el Paraguay, por aquel tiempo dependiente de la Capitanía General de La Plata.
 
Esas misiones solicitaron al rey de España autorización para internarse en tierras de los guaicurúes sin acompañamiento militar, y el rey, comprendiendo la importancia de la petición, concedió el permiso.
 
San Roque, participó en esta aventura entre las selvas paraguayas, sostenido sólo por su fe, su corazón y su voluntad. Los agresivos guaicurúes, mal dispuestos hacia los blancos, tuvieron que dominar sus instintos guerreros y se apaciguaron al ver avanzar a aquellos hombres desarmados, sonrientes y afables, que sólo hablaban de amor y de salvación. Así se formaron las primeras "reducciones" indígenas.
 
¿En qué consistían esas reducciones, y cómo funcionaron durante mucho tiempo?
 
El aspecto general era semejante en cada una de ellas: una amplia plaza central en forma cuadrada o rectangular, a un lado, la iglesia, la casa de los misioneros y el cementerio; del lado opuesto, la llamada casa de las viudas, las escuelas y los depósitos de frutas y víveres. En los otros dos lados de la plaza se distribuían las viviendas de los nativos, que eran casas de ladrillos o piedras, con techos de dos aguas. Dentro de cada casa había dos grandes espacios para cocina, despensa y otras habitaciones.
 
El gobierno civil estaba en manos de los indígenas, y era efectivo, no meramente nominal. Lo formaban un Corregidor, dos Alcaldes Mayores -de primero y segundo voto-, cuatro Regidores, un Alguacil Mayor, un Alcalde de la Hermandad, un Procurador y un Escribano. Tales eran las autoridades populares, cuyas elecciones se efectuaban como las de los cabildos de las ciudades. El Corregidor tenía su bastón de mando, y los Alcaldes, varas e insignias propias.

 
Los misioneros sólo intervenían en los casos en que la aplicación de la justicia se deformaba.
 
En cuanto al régimen económico, cada jefe de familia tenía como propiedad una parcela, que debía ser heredada por sus hijos, cuidando éstos y aquél de su cultivo. Solían sembrar mandioca, caña de azúcar y árboles frutales. Para estas siembras se les concedía seis meses y se les proporcionaba los materiales de labranza que pudieran necesitar.
 
Tal fue la hermosa labor de los misioneros de paz, aparte de su apostolado espiritual.
 
El beato Roque y los otros dos mártires del Río de La Plata, pagaron con su vida esta misión; pero su sangre fue fecunda, y lo es hasta nuestros días, pues sentaron un precedente de humanidad fraternal y de espíritu religioso.
 
ORACIÓN
 
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
para que muriendo y resucitando
nos diese su Espíritu de amor.
 
 Nuestros hermanos,
mártires del siglo XX,
mantuvieron su adhesión a Jesucristo
de manera tan radical y plena
que les permitiste derramar su sangre por Él.

 
 Danos la gracia y la alegría de la conversión
para asumir las exigencias de la fe;
ayúdanos, por su intercesión,
y por la de María, Reina de los mártires,
a ser siempre artífices de reconciliación en la sociedad
y a promover una viva comunión
entre los miembros de tu Iglesia.
 
Enséñanos a comprometernos,
con nuestros pastores,
en la nueva evangelización
haciendo de nuestras vidas
testimonios eficaces del amor a Ti y a los hermanos.

 
 Te lo pedimos por Jesucristo,

el Testigo fiel y veraz,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
Amén.
 


 

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