NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO, ORACIONES PARA EL VIERNES SANTO

 
Jesús Nazareno, Creador y Redentor mío,
a quien me humillo, y en cuya presencia
conozco debo ser vilmente despreciado,
por haberos sido ingrato, desagradecido y olvidadizo
de tan grandes beneficios como me habéis hecho,
padeciendo por mí gravísimas culpas, tantos trabajos,
 especialmente los dolores que sufristeis,
cuando cargaron sobre vuestros delicados hombros
esa muy pesada Cruz, para rendir en ella la vida
en el monte Calvario:
 
Me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido.

 Me pesa, Señor, de haber sido yo la causa
de que llevéis esa Cruz, sufriendo
tantos dolores, amarguras, y congojas.

 
 
Pésame de mi ingratitud y descuido,
y de no haberos dado continuamente
rendidas gracias por tan grandes beneficios.
 
Dadme licencia, Señor benignísimo,
para comparecer y ponerme en vuestra presencia,
aunque bien conozco soy indigno de tan gran beneficio,
así por mis gravísimos pecados,
como porque soy polvo y ceniza.
 
Señor, perdonadme.
 
Y pues no deseáis la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva,
yo me convierto a Vos y deseo vivir en adelante,
según vuestra Santa Ley, y seguir vuestros pasos,
sin perderos de vista hasta la hora de mi muerte.
 
Señor, dadme vuestra bendición,
y recibidme en vuestra gracia,
como a otro hijo Pródigo.
 
Sea mi abogada vuestra Santísima Madre
la Virgen Purísima Santa María.
 
Así sea, Señor. Amén Jesús.
 
ORACIÓN
 
Dulcísimo Jesús Nazareno,
Señor y Redentor mío,
que llevando sobre tus hombros tan pesada Cruz,
caminas al monte Calvario,
para ser en ella enclavado:
 
Yo, miserable pecador, que fui,
y soy la causa de tus dolores y Pasión,
te alabo, y doy gracias,
aunque muy desiguales a tan gran beneficio,
porque como manso Cordero,
pacientísimamente la recibiste, y llevaste
al lugar de la pasión.
 
Ahora, Señor, se verifica lo que dijo el Profeta Isaías,
que tu dominio y principado le tenías sobre los hombros.
Ahora también la figura del obediente Isaac,
que al mandato de su padre,
llevó al monte la leña para ser con ella sacrificado.
 
Alabo, Señor, y bendigo tu admirable paciencia,
pues por mandado de Pilatos,
cuando así caminabas al suplicio,
iba delante uno de aquellos Sayones
proclamando la sentencia que dio contra ti
aquel injusto juez.
 
 
¿Quién podrá referir, Señor,
los empellones y golpes que en el camino recibiste
de aquellos crueles soldados?
 
¿Cuántos oprobios oíste
de aquel gran concurso de pueblos
que iba en vuestro seguimiento?
 
¿Cuántos haciendo burla, os arrojaban a la cabeza
y a la cara lodo, y otras inmundicias?
 
Pero vos, Señor, como inocente Cordero,
inclinando la cabeza, a todo callabais, y así caminabais.
 
Oh buen Jesús, cuántas ignominias toleraste;
pues no contentos aquellos malvados
con que fueses cargado con la Cruz,
quisieron también te acompañasen dos famosos Ladrones.
Pero no se lee de ellos llevasen Cruz alguna,
para que así fueses tenido por más malvado que ellos.

¿Pues qué hiciste tú, oh Dulcísimo Señor,
porque así fueses juzgado?
 
¿Qué cometiste, inocentísimo Cordero,
porque así fueses tratado?
 
Verdaderamente, Señor, yo soy la llaga de tu dolor,
y la ocasión de tu muerte.
 
Yo cometí la maldad, y tú sufres el castigo.
 
Yo hice los pecados, y tú te sujetas a los tormentos.
 
Yo me ensoberbecí, y tú eres humillado.
 
Yo fui el desobediente, y tú hecho obediente
hasta la muerte y así pagas la culpa de mi desobediencia.
 
Te ruego piadoso, Señor, me concedas
que merezca yo ser enclavado en vuestra Cruz
por penitencia de mis pecados.
 
Dadme que acabe yo mi vida en tu servicio.
Yo, Señor, me entrego a ti,
y me pongo debajo de tu protección.
Defiende a este pobre siervo tuyo
de todos los males.
 
Enseña y alumbra mi entendimiento,
gobierna esta mi alma,
rige mis potencias y sentidos,
fortalece mi espíritu
contra la desordenada flaqueza de mi corazón,
dadme Fe cierta, esperanza firme
y caridad pura y perfecta,
y que en todo lugar y tiempo
cumpla tu Santa voluntad.
 
Amén
 
ORACIÓN
 
Señor, aparta de mí, y de todos los Fieles
todo lo que te desagrada,
concédenos todo lo que contenta a tus beatísimos ojos
 y haz que seamos tales, cuales lo quieres que seamos.
 
Te encomiendo a mis padres, hermanos, parientes,
 bienhechores, amigos, y a todos aquellos
por quien debo rogarte.
 
Te encomiendo a toda tu Iglesia,
y a nuestros Católicos Monarcas.
 
Haz que todos, Señor, te sirvan,
todos te conozcan, todos te amen,
y entre sí se amen.
 
Debajo de tu fiel amparo
encomiendo todas tus criaturas,
para que a los vivos concedas gracia,
y a los difuntos eterno descanso.
 
También, Señor, te pido me concedas el favor
que solicito conseguir de tu piedad,
si conviniere para tu gloria, y para salvación de mi alma.
 
(Realizar una petición)
 
Oh gloriosa Reina de los Ángeles,
oh Santos y Santas de Dios;
sed mis medianeros y abogados,
rogad al Señor por mí,
para que por Vuestros méritos y oraciones,
sea yo de Dios favorecido ahora,
y en la hora de mi muerte.
 
Amén Jesús.
 

 
 

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