SANTA CRUZ DE CARAVACA: ORACIÓN Y DEVOCIONES


ORACIÓN Y MILAGROS
DE LA CRUZ DE CARAVACA
 
Sacro santo madero divino,
que Cristo eligió para nuestro bien,
por librarnos de aquel cautiverio
con que nos tenía presos Lucifer.
 
Pero es de saber
que perdiendo en tus brazos la vida
 nos gano la gloria que esperamos ver.

 
En la Cruz está nuestro remedio
amparo y defensa, todo nuestro bien,
pues seamos, amados, devotos,
que es escudo fuerte contra Lucifer.
 
Pero es de creer,
que aquel que la traiga consigo
ni espanto ni asombro podrá padecer.
 
¡Qué dichosa sois, Caravaca,
pues que merecéis tan grade favor,
que bajada del cielo la Cruz sacrosanta
en vuestro Sagrario fue y se colocó
y allí con primor, milagros obrando,
de todo dolencia cura al pecador.
 
Por consejo que dio Fray Diego
a una doncella, la Cruz tanto amó,
que queriendo un mancebo robarla,
entrando en su cuarto la Cruz la libró;
y fue la ocasión que la Cruz
se apareció en el cuarto
dando resplandores y el raptor huyó.
 
¡Qué cristiano será el que no tenga
a la Santa Cruz grande devoción!
adorando y también contemplando
en ella obró Cristo nuestra redención,
y que padeció hasta dar
en sus brazos la vida con grandes martirios
porque nos amó.

Un buen devoto de la Santa Cruz
y que la llevaba puesta, mucho la amó:
por robarlo, un tiro le disparan
coa balas y postas y no le agravió;
y es de admiración, que en la Cruz
que llevaba en el pecho
se estampan las balas y la munición.
 
Una joven que estaba de parto,
ya de cinco días sin poder parir,
con La Cruz le santiguan el vientre,
y dio a luz un niño que pudo vivir;
y hemos de advertir, que esta Cruz
la trajo una parienta y con fe la dijo
"no temas morir".
 
Trabajando en el campo tres hombres
se armo una tormenta y un rayo cayó,
 de los tres a los dos abrasaba
y el que había al medio quedó
sin lesión y el milagro obró
una Cruz que traía en el pecho,
la cual estampada en él se quedó.
 
Si es la insignia y señal del cristiano la Cruz,
y de adorarla hay pues obligación
pues nos libra de nuestro adversario
el común enemigo y tribulación,
 tengamos amor a este sacro divino Madero,
imitando en algo a nuestro Redentor.
 
Y aquí el autor les suplica,
pidan a Dios Padre les de acierto y luz
para que puedan decir las grandezas
y excelentes gracias de la santa Cruz;
que no encuentra luz,
ni tampoco con quien compararla
sino el dulce nombre santo de Jesús.

Hay concedidos 3.000 días de indulgencias
a cualquier persona que rezara
un Padre Nuestro y un Credo
o hiciese otro acto de fe
delante de la Sagrada Cruz de Caravaca,
y la llevare devotamente consigo.

 
ALABANZAS
A LA SANTA CRUZ DE CARAVACA.

De esta Cruz Soberana
oigan Señores milagros y prodigios
con mil primores, pues son tan grandes
que no hay pluma que pueda enumerarlos.
 
De los Ciclos bajaron con alegría
los ángeles en coros a conducirla
y así son tantos los milagros que obra,
que es un encarto.
 
Hombres, niños, mujeres,
lleven consigo la Cruz,
que fue bajada del Cielo empíreo,
para consuelo libraros
de las garras del Dragan fiero.
 
Cojos, mancos, ciegos y sordos,
en la Santa Cruz hallan consuelo todos:
y es tan hermosa,
ye la ha escogido Cristo, para su Esposa.
 
Una Mujer malvada le dio a dos Niñas hechizos,
y no pudo vengar sus iras,
porque en el pecho llevaban
el Retrato de este embeleso.

La mujer que afligida se ve
en el parto ponga sobre su vientre
este retrato y con facilidad
esta Cruz amorosa la sacará en paz.
 
Todos los Caminantes y Marineros
por la mar y caminos anden sin miedo
como se valgan de llevar en el pecho
esta la Cruz amada.
 
Los Serafines todos cantan y alegran
a esta Cruz soberana, fina Diadema
porque en el Cielo, es el lecho
de Cristo nuestro consuelo.
 
Dichosa Caravaca puedes llamarte,
pues gozas de los Cielos el Estandarte,
 que es la Santa Cruz, donde su vida y sangre
dio nuestro Señor Jesús.
 
Son grandes los Misterios de esta Reliquia,
y así digamos todos que sea bendita,
para que tiemble el Infierno
y la gentes que dentro tiene. 

ORACIÓN
 
¡Santa Cruz de Caravaca!
A tu poder me acojo,
 por mi Abogada te escojo,
 y si tu fuerza me saca
 de la pena que hoy me ataca,
 te traigo en pena y señal
 incienso, mirra y copal,
 y con alma limpia y pura
 una pequeña figura
de mi persona en metal.
Cruz bendita y soberana
 que obras tantas maravillas,
 te alabo en frases sencillas
 cada día de la semana.

 Mi alabanza nunca es vana,
 pues ya no cabe ni duda,
 que al mundo tu fuerza escuda
 y a quien rendido te nombra,
 lo cobijas con la sombra
 de tu poderosa ayuda.
 
Amén.
 


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