JESÚS NAZARENO, ORACIONES Y DEVOCIÓN DE LAS SIETE CAÍDAS DEL VIERNES SANTO


Abrid, Señor, nuestra boca
para bendecir vuestro santo Nombre:
limpiad nuestro corazón de todos los vanos,
perversos y ajenos pensamientos;
alumbrad nuestro entendimiento
y encended nuestro afecto,
para que digna, atenta y devotamente
hagamos este santo ejercicio,
y merezcamos ser oídos
en vuestro divino acatamiento.
 
Amén.


ORACIÓN

Dulcísimo dueño de las almas, Jesús Nazareno,
Corazón de nuestros corazones,
nosotros te ofrecemos este ejercicio y oraciones
con un grande amor y deseo de ensalzarte,
glorificarte y agradecerte aquel infinito amor
con que quisiste siete veces
caer en tierra por nuestro amor,
para confundir nuestra soberbia
con tan admirable humildad.
 
Amén.

A Jesucristo adoremos,
y con tierno corazón
las caídas contemplemos
que el Señor dio en su Pasión.

La primera caída fue en el huerto,
cuando con el mortal sudor de sangre
cayó con el rostro en tierra.

Dulce Jesús, que postrado
sangre sudas por mi amor,
concédeme que a tus pies
derrame alma y corazón.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Alabad al Señor todas las gentes,
alabadle todos los pueblos,
porque ha confirmado sobre nosotros su misericordia,
y la verdad del Señor permanece para siempre.

Mi Jesús, danos tu mano,
y por tus siete caídas,
no permitas que caigamos
en ninguna tentación.

La segunda caída fue,
cuando llevando preso a su Majestad,
cayó por el puente del Río Cedrón.

Con el tropel de mis culpas
te he derribado, Señor,
lloren mis ojos más agua
que la que llevó el Cedrón.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

La tercera fue cuando delante del Pontífice Anás
recibió aquella afrentosa y cruel bofetada,
que lo derribó en tierra.

Si de la cruel bofetada
caes, mi Jesús, al rigor,
levántate al ruido de estas
que me da mi contrición.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

La cuarta fue cuando le desataron de la Columna,
y quedó desmayado sobre su santísima Sangre.

Venid, almas de Jesús,
a morir de compasión,
que para verle en su Sangre
desmayado no hay valor.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

La quinta fue cuando le arrojaron de golpe
la Santa Cruz sobre sus delicados hombros,
y dio en tierra con su sacratísimo Cuerpo
en el Pretorio de Pilatos.

Después de azotes y espinas,
cruz y caídas, ¡qué dolor!
viva mi Jesús, y muera
quien ingrato le ofendió.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.


La sexta fue cuando con el peso grande de la Cruz,
cayó en la Calle de la Amargura.

Nazareno hermoso, dame
esa Cruz, que no es razón
que a ti te postre su peso
cuando hice el pecado yo.

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

La séptima fue cuando al subir el Monte Calvario,
cayó sobre aquellas piedras, y quedó,
nuestro amantísimo, Jesús muy lastimado y desmayado.

¿Qué habrá hecho el pecado en mí
si tanto ha causado en Dios?
pequé contra ti atrevido,
¡perdón, mi Jesús, perdón!

Reza ahora el Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Aplaca, Señor, tu ira,
tu justicia y tu rigor.
Dulce Jesús de mi alma,
Misericordia, Señor.

Jesús, pobre y abatido,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, no conocido y menospreciado,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, aborrecido, calumniado y perseguido,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, dejado de los hombres y del demonio tentado,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, entregado y vendido por vil precio,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, blasfemado, acusado y condenado injustamente,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, vestido de un hábito de oprobios y afrentas,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, abofeteado y burlado,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, arrastrado con una soga al cuello,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, tenido por loco y endemoniado,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, azotado hasta derramar sangre,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, pospuesto a Barrabás,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, despojado de todas sus vestiduras con infamia,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, triste hasta la muerte,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, consumido de dolores, de injurias y de humillaciones,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, afrentado, escupido, ultrajado y escarnecido,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, pendiente de un madero infame entre dos ladrones,
tened piedad de mí, Señor.

Jesús, aniquilado y sin honra para con los hombres,
tened piedad de mí, Señor.

ORACIÓN

Oh buen Jesús, que sufristeis por mi amor
una infinidad de oprobios y afrentas
que yo no puedo comprender;
imprimid poderosamente en mi corazón
la estimación y amor, y haced que desee
la práctica de ellas.
 
Amén.

 

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