JUEVES SANTO, ORACIONES Y DEVOCIONES

 
Nosotros debemos, gloriarnos
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
 en quien está la salud, la vida y la resurrección nuestra;
por la cual fuimos hechos salvos y libres.

Salmo.
 
Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;
haga resplandecer su rostro sobre nosotros,
y se apiade de nosotros.

Gloria in excelsis, etc.

Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra
a los hombres de buena voluntad.

Te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos.

Gracias te damos por tu gran gloria, Señor Dios,
Rey del cielo, Dios Padre omnipotente.


ORACIÓN.

 
Oh Dios, de quien recibió Judas
la pena de su pecado,
y el ladrón el premio su fe;
haz que sintamos los efectos de tu propiciación,
para que así como nuestro Señor Jesucristo
en su pasión dio a cada uno de ellos
la diferente recompensa que merecía, así a nosotros,
destruido el error del hombre antiguo,
nos conceda la gracia de su resurrección.

Epístola de S. Pablo apóstol a los Corintios I, o. II.

Hermanos: cuando os juntáis, no es ya para comer la cena del Señor. Porque cada cual se anticipa a comer su propia cena, y el uno tiene hambre y el otro está harto.

¿Por ventura no tenéis casas donde comer y beber? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a aquellos que no tienen? ¿Qué os diré? ¿os alabaré?

En esto no os alabo. Mas yo aprendí del Señor, y también os lo he enseñado, que el Señor Jesús, la noche que había de ser entregado, tomó el Pan, y dando gracias, lo partió y dijo: Tomad y comed: este es mi Cuerpo, que por vosotros será entregado; haced esto en memoria de Mí. Asimismo tomó también el Cáliz después de haber cenado, diciendo:

Este Cáliz es el Nuevo Testamento en mi Sangre. Haced esto todas las veces que de el bebiereis en memoria de mí porque todas las veces que comiereis este Pan y bebiereis este Cáliz, anunciaréis la muerte del Señor hasta su venida.

Por tanto, cualquiera que comiere este Pan o bebiere este Cáliz indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor.

Pruébese, pues, el hombre a sí mismo; y coma así de aquel Pan y beba de aquel Cáliz. Porque el que come y bebe indiscriminadamente, come y bebe su condenación, no discerniendo el Cuerpo del Señor. Esta es la causa de que haya muchos enfermos y débiles entre vosotros, y de que duerman muchos. Que si nos examinásemos a nosotros mismos, de cierto no seríamos juzgados. Mas cuando somos juzgados, castíganos el Señor para que no seamos condenados en este mundo.

Santo Evangelio según S. Juan, cap. 12.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que era llegada su hora para pasar de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin, y acabada la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón a Judas, hijo de Simón Iscariote, que lo entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había puesto todas las cosas en las manos y que habían salido de Dios y a Dios volvían, se levantó de la cena, y dejó sus vestiduras, y tomando una toalla se la ciñó. Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies a sus discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido.


Llegó pues a Simón Pedro, y le dice Pedro ¿Tú, Señor, me lavas a mi los pies?
 
Le respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago no lo entiendes tú ahora; mas después lo entenderás.
 
Le dice Pedro: No me lavarás los pies jamás.
 
Le respondió Jesús: Si no te lavare no tendías parte conmigo.
 
Le dice Pedro: Señor no sólo mis pies, mas también las manos y la cabeza.
 
Le dice Jesús: El que está lavado no ha menester sino lavar los, pies y está todo limpio, y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
 
Porque sabia quién era el que lo entregaba, por esto dijo:

No todos estáis limpios. Y después que les hubo lavado los pies, y tomado sus vestiduras, sentándose, otra vez a la mesa, les dijo:

¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo vuestro Señor y Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a otros. Porque ejemplo os he dado, para que así como yo lo he hecho, así vosotros lo hagáis.

Concédenos como te rogamos,
oh Señor santo, Padre omnipotente,
eterno Dios, que te sea aceptable
nuestro sacrificio por Jesucristo tu Hijo,
nuestro Señor, el cual mostró
con el hecho de este día a sus discípulos,
que esto se hace en memoria de El.

HIMNO.

Canta ¡oh lengua! con plácida armonía
el misterio del cuerpo glorioso,
y la sangre que el Hijo de María,
fruto real de su vientre generoso,
y Rey del universo, ha derramado
por redimir al mundo del pecado.

A nosotros se dio libremente,
naciendo de una Madre peregrina.

A los hombres habló familiarmente,
dándoles salutífera doctrina,
y terminó con modo prodigioso
de su vida mortal el fin glorioso.

En la cena postrera que hacer quiso
con sus fieles discípulos amados,
después que plenamente satisfizo
a los legales ritos ordenados su propio Cuerpo,
y con sus mismas manos
les dio por alimento a sus hermanos.

La palabra ó el Verbo, que carne era,
con su misma palabra hizo divino
que el pan fuese su carne verdadera,
y que en su sangre se mudara el vino.

Si el sentido resiste por grosero,
la fe le basta a un ánimo sincero.

Reverenciemos, pues, las luces puras
de este santo sacramento infinito,
y que de la ley antigua las figuras
cedan rendidas a este nuevo rito:
y que el obsequio de la fe perfecto
supla de los sentidos el defecto.

Cantemos pues con dulce melodía,
con religioso ardor y culto tierno,
gloria, alabanza, honor, fuerza, alegría
al Padre Soberano, al Hijo Eterno,
y el mismo himno se cante reverente
al Espíritu de ambos procedente.

Amen.

ORACIÓN.

¡Oh Dios Señor mio! postrado y humillado
ante vuestra presencia soberana,
me reconozco indigno de contemplar
los sucesos de vuestra vida mortal
y de admirar los prodigios y maravillas
de vuestro amor.
 
Soy un pobre niño lleno de miserias e imperfecciones,
y tengo sobre mi conciencia el peso de graves faltas
que he cometido contra Vos.
 
Y ¿me atreveré a presentarme
a vuestra Majestad divina en los solemnes momentos
en que la Iglesia conmemora vuestra amarga pasión
y afrentosa muerte?
 
Sí Maestro y Señor mío,
si Vos me dais una devoción tierna y afectuosa,
os seguiré con humildad y respeto
por ese doloroso camino.
 
Amén.
 
 


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