Oh angélico joven San Gabriel,
que con tu ardiente amor a Jesús Crucificado,
y con la tierna compasión a la Virgen Madre Dolorosa,
te convertiste en la tierra cual espejo de inocencia
y ejemplar de toda virtud;
a ti me dirijo con confianza implorando tu socorro.
Mira cuántos males me afligen,
cuántos peligros me circundan,
y cómo por todas partes se tienden
Mira cuántos males me afligen,
cuántos peligros me circundan,
y cómo por todas partes se tienden
insidias a la juventud en modo singular,
para hacerles perder la fe y las costumbres.
Tú, que viviste siempre una vida de fe,
y también te mantuviste puro,
vuelve sobre nosotros una mirada piadosa,
y ayúdame a conseguir el favor que te solicito:
(Solicitar la gracia que se desea obtener)
Las gracias por ti concedidas continuamente
a los fieles que te invocan son tantas
que no puedo ni quiero dudar
de la eficacia de tu patrocinio.
Obtén para mi, finalmente, de Jesús Crucificado
y de María Dolorosa la resignación y la paz;
a fin que viviendo constantemente
como buen cristiano durante mi vida presente,
pueda un día ser contigo feliz en la patria celestial.
Amén.
Oh Dios, que enseñaste a San Gabriel
Oh Dios, que enseñaste a San Gabriel
la asidua meditación de los dolores de tu dulcísima Madre,
y que por Ella le sublimaste
con la gloria de la santidad y de los milagros:
concédeme por su intercesión y su ejemplo,
asociarme de tal modo al llanto de la Madre de Dios
que sea salvado por su maternal protección.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
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